Todavía quedan pueblos que cuando llegas a ellos te parece que el tiempo no ha pasado y siguen teniendo la esencia de lo auténtico: El paisaje de fresnos, encinas y robles, los arroyos y manantiales con su claras y frescas aguas, su fauna y flora preservada durante tiempos inmemorables, sus vacas, ovejas, gallinas y cerdos, las sabrosos cocidos, migas y puches, sus caminos sorprendentes donde te espera un agradable paseo donde descubrir, aves, ciervos o esculturales peñas y sobre todo sus familiares vecinos que te saludan y se paran a hablar contigo sin ninguna prisa.
